sábado, 10 de agosto de 2013

Fin de la historia.

Esto ha sido mi vía de escape durante los dos últimos años, aquí era donde dejaba mis miserias, donde contaba lo que no podía contarle a nadie. Este ha sido el sitio en el que he podido expresarme libremente, en el que he podido hacer lo que siempre he necesitado: escribir.
Casi todo lo que hay aquí ha sido inspirado por una persona, por una larga historia a la que durante mucho tiempo no le veía fin. Pero todas las historias terminan y creo que lo apropiado es que este blog que ha sido el eco de mis pensamientos durante todo este tiempo acabe junto con su historia. No dejaré de escribir, ni mucho menos, sigo necesitándolo, pero este no es el sitio para escribir sobre lo que quiero escribir ahora.
Y con esto me despido, cierro un capítulo con la ilusión de abrir el siguiente. Me despido de mis palabras, del dolor y, por qué no, de alguna que otra alegría. Me despido de ti y también de una parte de mí. Seguiré dejando mis palabras en alguna otra parte.

Gracias por leerme.

lunes, 3 de junio de 2013

The notebook.

"Nos duele tanto separarnos porque nuestras almas están unidas. Es probable que siempre lo hayan estado y que siempre lo estén. Quizá hayamos vivido mil vidas antes que ésta y nos hayamos encontrado en cada una de ellas. Y hasta es posible que en cada ocasión nos hayamos separado por los mismos motivos. Eso significa que este adiós es a un tiempo un adiós de diez mil años y un preludio de lo que vendrá. Cuando te miro, contemplo tu belleza y tu gracia y sé que han crecido con cada vida que has vivido. También sé que te he estado buscando durante todas mis vidas anteriores. No buscaba a alguien como tú, sino a ti, pues tu alma y la mía están destinadas a estar juntas. Y sin embargo, por razones que escapan a nuestro entendimiento, nos han obligado a despedirnos. Me gustaría decirte que todo se arreglará entre nosotros, y te prometo hacer lo que esté en mis manos para que así sea. Pero si no volvemos a vernos y esta es una verdadera despedida, sé que nos reencontraremos en otra vida. Volveremos a encontrarnos, y aunque las estrellas hayan cambiado, no nos amaremos sólo por esa vez, sino por todas las veces anteriores".



lunes, 20 de mayo de 2013

Mis días malos.

Odio escribir(te) desde que sé que me lees.
Pero qué puedo hacer, si es algo que necesito. Y es que ya ves, no siempre me va tan bien. Sigo teniendo mis días malos, como todo el mundo. Días de esos en los que hubiera sido mejor no levantarte de la cama, de esos que te borran la sonrisa y en los que solo quieres darte de ostias con el mundo. Días en los que parece que todo está del revés y que nada tiene sentido, en los que el gris del cielo contagia tu estado de ánimo y, de pronto, se oye una risa que se parece a la tuya.
Son días de esos en los que necesitas a ese alguien que te escuche, que te abrace y te diga que todo va a salir bien; a esa mano que te acaricie el pelo y esos labios que te besen, muy despacio; a esos ojos que te miren como tú necesitas que te miren y esa sonrisa que sea luz.
Días en los que te hubiera necesitado a ti. Y lo digo en pasado, porque eso es lo que somos: dos desconocidos con un pasado en común. Y ahora que ya no sé necesitarte me siento perdida, porque no sé a quién pedirle que me cure de esta angustia. Hay quien puede escucharme, ofrecerme palabras de consuelo y abrazarme fuerte. Hay quien puede besarme, o hacerme caricias. Hay quien puede hacerme sonreír con solo una mirada. Pero no hay una sola persona que pueda hacer todas esas cosas. Y no estoy segura de si quiero que la haya.
No pienses que te echo de menos, eres muy dado a hacerlo. Creo que soy feliz. Sonrío, incluso demasiado a menudo. Pero a veces el corazón, cansado de tanta indiferencia y tanto hielo, se queja y toma el protagonismo un ratito. No es nada grave, mañana se me pasa. 

Pero ya lo ves, hay días en los que también yo me acuerdo de ti.

martes, 14 de mayo de 2013

You have been the one.


You touched my heart, you touched my soul. You changed my life and all my goals. And love is blind and that I knew when my heart was blinded by you. I´ve kissed your lips and held your head, shared your dreams and shared your bed. I know you well, I know your smell. I´ve been addicted to you.
I´ve seen you cry, I´ve seen you smile. I´ve watched you sleeping for a while. I´ve spent a lifetime with you. I know your fears and you know mine.
And as you move on, remember me, remember us and all we used to be.


Goodbye, my lover.
Goodbye, my friend.
You have been the one.
You have been the one for me.






miércoles, 8 de mayo de 2013

C de Cortázar.

“Y cuando todo el mundo se iba
y nos quedábamos los dos
entre vasos vacíos y ceniceros sucios,
qué hermoso era saber que estabas
ahí como un remanso,
sola conmigo al borde de la noche,
y que durabas, eras más que el tiempo,
eras la que no se iba
porque una misma almohada
y una misma tibieza
iba a llamarnos otra vez
a despertar al nuevo día,
juntos, riendo, despeinados.”

sábado, 4 de mayo de 2013

De pérdidas ambiguas.

Por primera vez en cuatro años, te vi y no te besé. Por primera vez, tus palabras no me hicieron cambiar de opinión, no me revolucionaron la vida ni provocaron que lo mandase todo a la mierda. No dudé, ni si quiera un segundo, ni si quiera cuando te plantaste bajo mi casa y me subí a tu coche, como tantas otras veces. Durante estas semanas he tenido miedo al momento en que volvieras y me mirases a los ojos; me asustaba que en ese instante mis defensas flaquearan, los sentimientos se removieran en mi interior y cediese ante tus ensayadas palabras de engatusador experimentado.
Pero nada de eso ocurrió. De repente, sin saber cómo, me encontré frente a una persona que me era completamente desconocida. Me tocaste y solo experimenté rechazo ante una piel que mi cerebro no reconoció. Te miré a a los ojos y ya ni si quiera me parecieron iguales; seguían siendo azules, pero tenían algo diferente; el brillo, la intensidad, ya no estaba. Y me encontré en una situación que se me antojó lejana, como si no fuera yo quien la estuviera viviendo, como si simplemente fuera una espectadora que lo observa todo desde la inofensiva distancia.
Y no pasó nada. No hubo sentimientos imparables, ni ganas reprimidas, ni si quiera recuerdos. Solo una decepción que me dejó un regusto amargo en los labios, algo parecido a la resaca de los domingos. Siempre pensé que, después de tanto tiempo, esto tendría un final equiparable a la inmensidad del amor que sentimos, uno de esos que recuerdas toda la vida y que te hacen sonreír tristemente, de esos que a veces te asaltan de repente, en medio de la calle, se te atragantan en el pecho y no te dejan respirar, de esos que te provocan heridas incurables en el alma y te roban un pedazo de corazón que ya nunca recuperas. Hubiera sido bonito. 

Pero esto no fue un final inolvidable. 
Simplemente fue un final.


lunes, 29 de abril de 2013

Fue para habernos matado.

Colgados como en las películas, viviendo rápido para no pensar. Fue inhumano para los demás. Yo te decía "para ya". Frágiles como pompas de jabón. Yo te agarraba, era tan sobón; pero tus piernas se movían para que no me quitara, no señor. Viviendo en una melodía. 
La comidilla de la ciudad fue la clave para querernos más. Me lo contaba y se reía, se nos dormía el paladar. Ágiles como chicos de barrio, abriendo portales de un calentón; pero la cosa se torcía cuando estábamos con alguien más. Chupaste toda mi energía. 

Dándonos más besos que estrellas saldrán hoy,
así pasaban todo el día haciendo un pulso cabeza y corazón. 

Fue para habernos matado, fue tan difícil soltarnos.

Adiós, adiós, adiós.
Adiós, adiós, adiós.
Adiós, adiós, adiós.




martes, 23 de abril de 2013

Jodido Cortázar.

“Y debo decir que confío plenamente en la casualidad de haberte conocido. Que nunca intentaré olvidarte, y que si lo hiciera, no lo conseguiría. Que me encanta mirarte y que te hago mío con solo verte de lejos. Que adoro tus lunares y tu pecho me parece el paraíso. Que no fuiste el amor de mi vida, ni de mis días, ni de mi momento. Pero que te quise, y que te quiero, 
aunque estemos destinados a no ser.”

Beaten.

Quise decirle que era tarde, 
que cinco besos no compensan tanto daño. 
Pero no pude, 
me faltaron fuerzas. 
Quise dejarlo pasar 
y sonreír y bailar con él la última pieza. 
De mi dolor él nunca fue testigo. 
Por eso entre otras cosas 
esta historia no es más que un recuerdo en el olvido.











domingo, 21 de abril de 2013

Torbellino de palabras y emociones.

A veces los detalles son los que marcan el transcurso de nuestras vidas. El gesto más insignificante puede hacerte cambiar de opinión, mientras que la ausencia de él puede suponer que tomes una decisión irrevocable.
Tú tienes todos los detalles que me gustan, pero también todos los que detesto. No eres consciente de las consecuencias que puede tener esa palabra de más, esa mirada de indiferencia, ese tono de chulería o la ausencia de esa caricia en el momento preciso. Te pueden el egoísmo y el orgullo, haces lo que quieres cuando quieres, te despreocupas de repente y actúas de una forma que hace daño. Y de repente vienes y me dices tonterías, me incordias, intentas abrazarme, y no entiendes por qué yo no te sonrío. Pero para qué voy a explicártelo, si hay cosas que el mundo no entiende, que el mundo no sabe. Y en realidad es mejor así, porque hay cosas que ni tú ni nadie deberíais saber ni entender.
Y a pesar de todo casi me cuesta no sonreírte cuando vienes a decirme "no te enfades, si ya sabes que te quiero mucho", con esa cara de pena con la que consigues que cualquiera haga lo que tú quieres. Y se me sigue erizando la piel cuando apoyas la cabeza sobre mi hombro y te siento el aliento en el cuello. Y me duele ver tu cara de decepción cuando rechazo tus intentos de acercamiento.
Pero estoy cansada. Cansada de aguantarte lo que nadie te aguanta y poner buena cara ante tus rabietas de niño pequeño. Cansada de sufrir por algo que ni si quiera ha comenzado. ¿Y cómo iba a ir bien si antes de empezar ya me haces daño?
Me siento perdida, insegura y confundida. Cada día que pasa el sentimiento crece, al mismo tiempo que esta especie de odio que estoy empezando a profesarte. Te odio porque eres capaz de alterar mi estado de ánimo en tres segundos, porque consigues que ría y luego que llore, porque cualquier palabra tuya me duele más que las de cualquier otro, porque no soporto depender así de ti, porque me juré no volver a depender nunca más de nadie, porque me asusta ponerle nombre a lo que siento.
Y cada vez que te me pones en frente, con esa sonrisa de chulo que me saca de quicio y me vuelve loca al mismo tiempo, tengo tantas ganas de mandarte a la mierda como de besarte. O te mato, o te quiero. Tú eliges. Pero elige rápido, antes de que este sinsentido me acabe desquiciando.

martes, 16 de abril de 2013

Cortázar.

"Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al revés. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto".


domingo, 14 de abril de 2013

Pequeña sonrisa de Amelie.

"Y entonces la vi. Habían pasado meses, tal vez años, pero allí estaba ella, con aquella sonrisa familiar que ayer mismo besaba. Con el pelo, más dorado que nunca, cayéndole sobre los hombros en una cascada infinita, y los ojos casi negros en los que, si mirabas bien adentro, aún podía verse la herida que le dejé en el alma.
La observé de la mano con un hombre que no era yo, mirándolo con esa intensidad que un día reservaba solo para mí. Y la vi reír, echando la cabeza hacia atrás, ondeando el cabello; y escuché su risa, que se me antojo lejana y al mismo tiempo propia y, en ese instante, tuve dos certezas.
La primera, que tras tanto tiempo de silencio, con el corazón falsamente reavivado con amores ilusorios y caricias vacías, jamás dejé de amarla, y así seguiría haciéndolo hasta que se marchitase mi alma. Y pensé en la mujer que me esperaba en casa, a la que de algún modo quería, y comprendí, como quizás siempre había hecho, que ni en toda una vida podría sentir con ella lo que sentí en aquel instante eterno contemplando a la que hubo de ser el amor de mi vida.
La segunda, y esto lo supe por la manera en la que ella se movía, por cómo se reía, con aquella felicidad tan plena y, al mismo tiempo, teñida con un deje de amargura que probablemente nadie más percibiría nunca, que la rompí tan profundamente y tantas veces que ya jamás volvería a ser la que fue, aquella que tanto amé. Y supe, con una de esas revelaciones tan dolorosas como certeras, que ella ya no era mía, que tal vez nunca lo fue, y que aquel sentimiento que nos unía, demasiado complejo para ser llamado amor, estaba condenado a vivir eternamente en la incertidumbre de aquello que pudo ser y no fue o, siendo quizás más fiel a la realidad, de aquello que fue y no pudo ser".

martes, 2 de abril de 2013

Reflexiones de madrugada.

Es irónico, pero Él se dio cuenta mucho antes que yo. Él fue el primero en decirme "estos quince días fuera te han cambiado". Entonces no lo pensé, pero aquel fue el punto de inflexión. Quince días alejada del mundo, perdida en medio de la nada, contigo. Tú fuiste mi punto de inflexión. Marcaste el momento en el que decidí dejar de sufrir, dejar de quererlo incondicionalmente, dejar de esperarle. Volví a casa con la sensación de que podía comerme el mundo, de que era lo suficientemente fuerte como para cerrar de una vez aquel capítulo que ya duraba tres años. Y me costó, no lo hice de golpe, tuve mil y una recaídas, pero las penas no parecían tan amargas cuando cada martes por la tarde me cosías una nueva sonrisa.
Ha llegado el año cuatro, y he cerrado el libro.
No sé cómo acabará esta historia, no sé si algún día compartiremos las mismas páginas ni si llegaré a comprobar si de verdad los labios te saben a regaliz. Pero me hiciste fuerte y gracias a ti he conseguido superar la pesadilla que estuvo a punto de hundirme la vida. Y, solo por eso, te estaré agradecida siempre.

Cosas pequeñas.

Me gusta cuando llegas de repente y me llenas de besos y abrazos, simplemente porque te apetece dármelos. Me gusta cuando me miras de esa manera que me hace sonrojarme. Me gusta que nos hablemos siempre sonriendo, y que los demás nos miren como diciendo "¿pero qué les pasa a este par de idiotas?". Me gusta cuando apostamos masajes que al final siempre me acabas debiendo; y que te rebotes cuando el pegajoso de turno viene a darme el masaje que tú no me has dado; y que, cuando poco después cedo y acabo dándotelo yo a ti, el pegajoso me diga "eh, que a mí me debías uno", y tú sonrías mientras le contesto "es que él es mi favorito". Me gusta que juguemos a picarnos y que los demás nos miren sin saber si vamos en broma o en serio, y que acabemos riéndonos a carcajadas y el jefazo diga "estos dos que tanto se pelean... ¡dentro de poco se morrean!", con una de esas expresiones tan características del jefazo. Me gusta que tu brazo roce con el mío por accidente, y que tú no te apartes, y que yo tampoco. Me gusta cuando echas una manta por encima de los dos y me abrazas tan fuerte que acabo chillando. Me gusta que me mires de reojo y que, cuando subo la vista y te pillo mirándome, no retires la mirada. Me gusta que estemos cada uno hablando con un grupo de personas diferente y que nos busquemos con la mirada y nos sonriamos; y me gusta que entonces vengas donde yo estoy y me digas bajito "me voy a la cama ya"; y revolotear de aquí para allá durante unos minutos para que no parezca que subo contigo, mientras suplico que no te hayas dormido ya; y cuando subo por fin encontrarte tumbado en la cama de al lado, sonriéndome. Me gusta que te tumbes a dormir a mi lado a la menor oportunidad, que te acuestes en el borde de tu colchón más cercano al mío, y que yo haga lo mismo y acabemos casi el uno en la cama del otro. Me gusta pasarme horas metidos debajo de tu saco mientras todos duermen, hablando de todo y de nada; y que me quites el móvil y te lo escondas debajo del pecho, y buscarlo entre risas y revolcones. Me gusta cuando decidimos que es hora de dormir, y sacas tu pie del saco y me acaricias las piernas. Me gusta que te piques cuando me tumbo en la cama con alguien que no eres tú; y que pongas voz de niño pequeño cuando me dices "prefieres sus mimos a los míos"; y que te hagas el difícil cuando vuelvo a tu lado y tenga que darte una sesión extra de besos y abrazos para que dejes de poner cara de enfurruñado. Me gusta que me despiertes acariciándome el pelo mientras me susurras "hay que levantarse, corazón"; y que, cuando un cuarto de hora después sigo como una marmota, acabes lanzándome una zapatilla a la cabeza.

Y ya está. Simplemente eso.

Sin frenos.

Conoces a cientos de personas y ninguna te deja huella, y de repente aparece alguien que lo cambia todo.
Durante dos años he sido de hielo. Inaccesible y fría. Filofobia pura. Me reía del amor y nada me afectaba. Nada me importaba. Sin sentimientos. Harta de la palabrería de unos cuantos chulos en busca de un polvo. Casi preocupada por el hecho de no sentir, rehuyendo cualquier cosa que implicara cierto romanticismo.
Y mírame ahora.
Con esta sonrisa de idiota que, por más que intento, no puedo borrarme de la cara. Con los nervios a flor de piel y esta especie de euforia que solo me da ganas de gritar. Con este nudo en el estómago que no me deja respirar y estas putas mariposas que no se ahogan ni en el alcohol. Con estas ganas de verte todo el día, buscando cualquier excusa para abrazarte. Con la sensación de volver a tener quince años, de ser todo inocencia e ilusión, de no tener cicatrices.
Pero las tengo. Y me acojona. Me asusta que seas diferente, y no poder pasar de ti como de los demás, y que uno de tus "buuu, boba" me ponga más tonta que toda la palabrería de los chulos buscapolvos. Me acojona sentirme vulnerable, ilusionada. Que seas capaz de arreglar uno de mis días malos en dos segundos. Que mi subconsciente, el muy cabrón, se empeñe en soñar contigo todas las noches y me haga despertarme con el sabor de tus labios en la boca. Que hayas echado por tierra la coraza que tan cuidadosamente había construido, que parecía no tener fisuras.
Lo que me acojona, en realidad, es sentir. Sentirme, de repente, así de viva, después de tanto tiempo evitando los excesos. Porque te pegas años entrenándote contra el amor, y crees que lo controlas, que eres capaz de evitarlo, de no sentir absolutamente nada. 

Y cuando menos te lo esperas aparece esa sonrisa que derriba todas tus defensas.









viernes, 8 de marzo de 2013

Tu medio limón.

Y terminó. Así, de repente, como terminan las cosas que no tienen sentido.
Porque lo nuestro siempre fue algo extraño, caótico. Nunca fuimos una de esas parejas que se complementan a la perfección, de esas que miras y piensas "están hechos para estar juntos". Nunca fuimos el uno para el otro. No coincidíamos en casi nada y chocábamos en casi todo. Como dos piezas de un puzzle que no terminan de encajar, como la sensación de estar acariciando el cielo con la punta de los dedos pero sin llegar a atraparlo nunca. A veces me despertaba pensando por qué apostamos por nosotros cuando todo estaba en nuestra contra, por qué seguíamos desafiando al destino que se empeñaba en mantenernos alejados.
Pero claro, cuando estás enamorada todas esas cosas te importan una mierda, y lo único en lo que piensas es en que su sonrisa es la jodida octava maravilla del mundo. Porque, eso sí, a querernos no nos ganaba nadie. 
Y por eso resistimos. Aguantamos huracanes y tempestades, contra viento y marea. Peleamos contra todo y contra todos, incluso contra nosotros mismos. Pero llega un momento en el que asumes que el amor no siempre es suficiente y que, simplemente, hay personas que no han nacido para estar juntas.

Creo que, en el fondo, siempre lo supimos.

lunes, 25 de febrero de 2013

Hielo.



"La vida había resultado tan diferente de como ella la había imaginado. Sacó los cuadernos azules de los diarios y acarició distraída la portada de uno de ellos con la yema de los dedos. Era tan joven entonces. Tan ingenua. Cuánto dolor habría podido ahorrarse de haber sabido antaño lo que sabía hoy. Que uno no podía permitirse amar demasiado. El precio era demasiado alto, y por eso pagaba ella todavía por la única vez que amó de más. Pero había mantenido la promesa que se hizo entonces: no volver a querer así nunca. 

Porque quien no ama, tampoco se arriesga a perder".

miércoles, 23 de enero de 2013

Capaz o incapaz.

- Hay dos o tres cosas que nunca me has pedido. Y lo lamento. Habría sido capaz.
- ¿Qué cosas?
- Comer hormigas, insultar a los parados que salen del Inem... Amarte como loco.


miércoles, 2 de enero de 2013

Como si nada.

Que te parece si por esta vez intentamos hacerlo más fácil. Qué te parece si por esta vez yo me giro, no miro, te marchas y como si nada. Vamos a empezar a jugar, tú y yo siempre estamos igual. No nos podemos encontrar, no vaya a ser que algo se remueva, que algo se arrepienta. Yo solo me quiero acercar, tan solo verte una vez más, que bajes la guardia y quizás alguna vez que algo se remueva, que algo se arrepienta.
Qué te parece si por esta vez intentamos hacerlo más fácil. Qué te parece si por esta vez yo me acerco, te beso, tú callas y como si nada.
Se supone que iba a ser para mejor. Prometiste que se marcharía el dolor. Dime entonces por qué escueces, dime entonces por qué mientes. Dímelo.
Qué te parece si por esta vez intentamos hacerlo más fácil. Que te parece si por esta vez tú me quieres, te quiero y te quedas y como si nada.



.

-Dime qué tengo que pensar de ti. Por favor, dímelo.

-Piensa que soy un hijo de puta, un cabrón. Piensa que te he hecho daño cada vez que he vuelto a aparecer. Piensa que soy incapaz de ser bueno contigo, que soy cruel, que estoy loco. Pero piensa también que nunca he sido capaz de olvidarme de ti, que he pensado en ti todos los días, que te seguiré queriendo hasta mi puto último aliento.

Cuentos de ciencia ficción.

-Estás negándolo todo. Todo lo que has dicho para que accediera a verte hoy era mentira. ¿Te das cuenta de que ya no voy a poder volver a creerte? ¿Qué cuento vas a inventarte la próxima vez?

-Otro diferente.

Desesperación.

¿Por qué no podemos ser como los demás? ¿Por qué no puede nuestra historia ser una de esas que empiezan, se estropean y acaban para siempre?
Cada vez que nos vemos nos juramos que será la última vez. Pero siempre vuelves. Dejas pasar cuatro meses, dos semanas o tres días. Pero vuelves. 
"Te echo de menos".
Y caemos en el mismo precipicio, una y otra vez. Nos llenamos de ilusión y de esperanza, creemos que esta vez seremos capaces. Recordamos lo que fuimos una vez y confiamos en volver a serlo de nuevo. Pero tú y yo no podemos coexistir. Volvemos a vernos y todo estalla en pedazos. 
Cada vez tardamos menos en destruirnos. Las primeras veces conseguíamos mantenernos uno o dos meses; ahora ni si quiera podemos soportarnos durante un día. Cuando te miro a los ojos solo veo dolor y rabia donde antes veía amor.
No sé por qué me buscas, ni sé por qué me dejo encontrar. Hago por inercia lo que una vez hice por amor. Tus besos ya no me remueven las tripas y tu risa ya no suena como antes. Soy escéptica ante todas tus palabras de amor y me río de tus promesas. Tu sonrisa me pone triste porque recuerdo que un día fue lo más bonito que vieron mis ojos.
Me destroza pensar que nunca volveré a quererte como te quise aquella vez. Me mata que ya no quede nada, que solo seamos una mísera parte de lo que fuimos. Y que vivamos del recuerdo. Porque, a pesar de todo, si cierro los ojos y pienso en el chico del que me enamoré aún se me eriza la piel. Y por eso no soy capaz de pasar página de una vez, porque me resisto a creer que lo que teníamos pueda acabarse.
¿Cuándo terminará esta historia? ¿Cuándo te cansaras de intentarlo? ¿Cuándo me cansaré de perdonarte?